viernes, 27 de enero de 2012

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Leer | MATEO 5.13-16 


Hágase esta pregunta: ¿Qué clase de luz es usted? ¿Está su brillo un poco apagado, al punto de que resulta difícil verla a menos que alguien esté prestando mucha atención? ¿O es usted la clase de luz que ilumina todo cuando entra en una habitación? Como cristianos, debemos "brillar" con intensidad, no importa dónde estemos. Aunque una llama sea pequeña, si es fuerte ilumina a toda una habitación.
La ceguera puede ser lo que atenúe nuestro brillo, y eso puede hacer que perdamos bendiciones. Antes de acceder a cooperar con el Señor, podemos pensar que tenemos que ver exactamente lo que Él piensa hacer. Pero hemos sido llamados solamente a ser embajadores fieles que confían en que su Espíritu hará el resto de la obra en el corazón de las personas. Dios nos dice: "No me den una lista de requisitos; simplemente confíen en mí. Observen lo que hago, a mi manera y en mi tiempo, y vean lo que sucede".
Como creyente, usted es alguien especial. Y como miembro de la familia de Dios, en usted mora su Espíritu; su luz es el resplandor interior que hay en usted. En cuanto al beneficio para el reino, su vida tiene un potencial inimaginable. No tiene idea de las cosas maravillosas que Dios puede hacer —ya sea en el lugar de trabajo, la escuela, o con la familia, vecinos o amigos— por medio de su disposición de hacer brillar la luz de su gran amor.
Si usted se pone de rodillas y ora, diciendo: "Señor, estoy disponible; haz lo que quieras con mi vida, y muéstrame lo que debo hacer", puede tener la seguridad de que Él le indicará el siguiente paso. Dios está dispuesto y listo para actuar en la vida de cualquier persona que decide estar disponible para Él.

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