jueves, 12 de julio de 2012

PROTECCIÓN DEL ORGULLO

Leer | 2 CORINTIOS 12.7-10

Una de las razones por la que Dios permite la adversidad en nuestras vidas es para vencer nuestro orgullo. Pablo experimentó esta clase de intervención divina por la presencia de lo que él llamo “un aguijón en mi carne” (2 Co 12.7). El Señor utilizó el dolor en la vida de Pablo para preservar su utilidad como siervo de Cristo.

Usualmente no entendemos lo que está en juego cuando dejamos que el orgullo eche raíces en nosotros. Eso afecta la manera como Dios se relaciona con nosotros, porque Él “resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Stg 4.6). Si el cristiano deja que el orgullo se arraigue y crezca, el Señor le pondrá en un rincón sin llegar a percatarse de todo lo que Dios quiso hacer en y por medio de él. En esencia, desaprovechará su llamamiento y se volverá inútil para el reino. Y aunque el mundo lo siga viendo como un triunfador, a los ojos de Dios su ministerio carecerá de valor porque lo realizará motivado por sus propios intereses y con sus propias capacidades.

¿Puede usted ver cuánto estuvo en juego para Pablo, y para los creyentes a lo largo de la historia? El apóstol fue el instrumento escogido por Dios para formar iglesias y escribir epístolas que se convertirían en una parte significativa del Nuevo Testamento. Cuando entendió la razón para su “aguijón”, reaccionó con absoluta confianza y gratitud por la protección del Señor.

A cada uno de nosotros se nos ha dado oportunidades para servir y áreas de influencia, pero el orgullo obstaculiza el propósito del Señor para nuestras vidas. Si llegan problemas, pruebas y aflicción a su vida, humíllese de inmediato para que Él pueda usarle poderosamente.

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