miércoles, 26 de diciembre de 2012

Beneficios del regalo más grande de Dios

Leer | MATEO 27.51
En Navidad, pensamos en un recién nacido en un pesebre. Esta dulce imagen es, por supuesto, de mucho significado para nosotros. Pero se ha vuelto tan común en nuestra cultura, que tendemos a no ver la inmensidad del sacrificio del Señor Jesús, y sus grandiosas implicaciones para nosotros.
Como vimos ayer, la salvación y un hogar eterno son dos privilegios maravillosos que nos llegan mediante el regalo que Dios nos dio por medio de su Hijo. Veamos ahora tres más:
  • Tenemos una relación personal con el Dios omnisciente y omnipresente. Él es el Buen Pastor que cuida de nosotros de manera individual e incondicional. El Señor hará todo lo que sea necesario para mantenernos cerca de Él; no importa de que manera pequemos, Él nunca nos negará. ¡Qué seguridad y qué valor tenemos gracias a su gran amor!
  • Jesús dice que Él es nuestro amigo fiel, digno de confianza en todo momento, ya sea en tiempos de sufrimiento o de alegría. El Señor ofrece una relación que todos anhelamos tener,  pues solo Él puede llenar permanentemente el vacío de nuestra alma.
  • En el momento que somos salvos, Dios nos da otro regalo: su Espíritu Santo que mora en nosotros, nos aconseja, enseña y capacita para hacer su voluntad. Él nunca nos dejará y, de hecho, un día disfrutaremos de su compañía en el cielo eternamente.
Dios es nuestro Pastor, Amigo y Maestro. Su redención nos permite vivir abundantemente en el presente y nos promete vivir eternamente junto a Él en el futuro. Aparte un tiempo para analizar con gozo y gratitud las innumerables bendiciones que tenemos en el Señor Jesús.

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