¿Y por qué? Porque nunca supieron realmente de qué se trataba el verdadero cristianismo. Nunca aprendieron que tenemos que “calcular el costo”1.
Por no “calcular el costo”, los hijos de padres cristianos, a menudo terminan mal y avergüenzan al cristianismo. Familiarizados desde sus primeros años con la forma y la teoría del evangelio, enseñados desde la infancia a decir de memoria los textos principales, acostumbrados a recibir enseñanzas acerca del evangelio o a enseñar a otros en la Escuela Dominical, se crían profesando una religión sin saber por qué y sin haber pensado seriamente en ella. Y entonces, cuando la realidad de la vida adulta empieza a presionarlos, a menudo sorprenden a todos cuando abandonan toda su fe evangélica y se pierden en el mundo. ¿Y por qué? Nunca comprendieron totalmente los sacrificios que implica ser cristiano. Nunca les enseñaron a “calcular el costo”.
Estas son verdades serias y dolorosas. Pero al fin de cuentas, son verdad. Todas ayudan a mostrar la importancia inmensa del tema que estoy considerando. Todas destacan la necesidad absoluta de insistir sobre este tema a todos los que anhelan santidad y de exclamar en todas las iglesias: “¡Calculen el costo!”. Me atrevo a decir que sería bueno que se enseñara con más frecuencia de lo que se enseña, la obligación de “calcular el costo” de seguir a Cristo. Actuar con apuro e impaciencia es la orden del día para muchos que pretenden ser religiosos. Las conversiones instantáneas y una paz razonable inmediata parecen ser los únicos resultados que quieren obtener del evangelio. Comparados con estos, todo lo demás queda a la sombra. Obtenerlas es, aparentemente, el gran fin y objetivo de sus obras. Digo sin vacilar que este modo intrascendente y parcial de enseñar el cristianismo es extremadamente malicioso. Nadie se equivoque sobre lo que digo. Apruebo totalmente que se ofrezca a los hombres una salvación en Cristo total, inmediata, presente y gratuita. Apruebo totalmente que se le insista al hombre sobre la posibilidad y el deber de una conversión inmediata y al instante. No cuestiono a nadie con respecto a esto. Pero lo que sí digo es que estas verdades no deben ser presentadas sin esencia, aisladas y como únicas. Tienen que presentarse diciendo sinceramente lo que están aceptando, si profesan el deseo de salir del mundo y servir a Cristo. Las personas no deben ser presionadas a sumarse a las filas de las huestes de Cristo sin haberles dicho lo que implica la guerra. En una palabra, se les debe decir sinceramente que “calculen el costo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario