sábado, 6 de septiembre de 2025

El día que Cristo vuelva… ¿qué dirán de ti?

El día que Cristo vuelva… ¿qué dirán de ti?

El día que Cristo vuelva… ¿qué dirán de ti?

Una proclamación apasionada, bíblica y evangelística

Introducción: El silencio que condena

Hermanos, yo no estoy aquí para entretener. Estoy aquí porque el Espíritu Santo arde en los huesos y debo hablar. Un día —escúchalo bien— Jesucristo volverá en gloria. No es un mito, no es un símbolo; es una certeza divina.

“Porque el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16–17).

Tengo un temor santo: que en ese día, al ir a encontrarme con Cristo, alguien mire mi rostro y diga: “Compartimos la vida… ¿y nunca tuviste el valor de decirme que esto era real?”


1) La vergüenza que mata el testimonio

“El que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él cuando venga” (Marcos 8:38).

El silencio es vergüenza. La vergüenza delante de los hombres se convierte en vergüenza delante de Cristo. El problema no es ignorancia bíblica, sino falta de valor para abrir la boca. Callar cuando el Espíritu te impulsa a hablar es hipocresía espiritual.

2) El evangelio no es una opción, es poder

“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16).

Dýnamis: dinamita de Dios. El evangelio no es un consejito para vivir mejor, es la fuerza que rompe cadenas y abre la puerta a la vida eterna. ¿Cómo callar algo así?

Si ves a alguien caminando hacia un precipicio, no te quedas callado. ¡Cuánto más cuando se trata de la eternidad!

3) El día vendrá como ladrón

“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche” (2 Pedro 3:10).

Repentino. Inesperado. Ineludible. No habrá excusas: “Señor, estaba ocupado… no quería incomodar…”. Lo único que importará será: ¿predicaste o callaste?

4) El Espíritu Santo nos impulsa a hablar

“Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos…” (Hechos 1:8).

La evidencia del Espíritu no son solo lenguas ni emociones; es valentía para testificar. Los discípulos temerosos se volvieron imparables cuando fueron llenos del Espíritu. Eso necesita esta generación: cristianos llenos del Espíritu que no negocien el mensaje.

5) Aplicación: ¿Qué dirán de ti?

  • Gracias – “Me hablaste, me incomodaste por amor, hoy estoy aquí por ese mensaje”.
  • Reclamo – “Nunca dijiste nada. Preferiste tu comodidad antes que mi eternidad”.

No se trata de imponer, sino de testificar. Jesús mandó:

“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).

Conclusión: Cristo viene pronto

La trompeta sonará, el cielo se abrirá, el Rey descenderá. Y tú, ¿qué testimonio dejarás? ¿“Gracias por hablarme” o “¿por qué nunca me dijiste la verdad?”

“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Apocalipsis 22:12).

¡Cristo viene pronto! La pregunta es: ¿qué dirán de ti ese día?

No hay comentarios:

Publicar un comentario