Leer | 1 CORINTIOS 12.12, 13 Los creyentes tenemos dos responsabilidades. La primera es adorar a Dios; y la segunda, trabajar en pro de su reino. Dónde servir y cómo hacerlo dependerá de nuestros talentos, capacidades, y llamado especial. Pero el lugar donde se espera que todos demos de nosotros mismos es la iglesia local. Cuando usted fue salvo, el Señor le bautizó con el Espíritu Santo y le hizo miembro de su iglesia —el cuerpo de creyentes que viven en todo el mundo, pero que están unidos por la fe en Jesucristo. Usted entonces decidió, de acuerdo con la voluntad de Dios, ser parte de un grupo local y autónomo de creyentes. Él le puso allí porque sabía que usted lo necesitaba (1 Co 12.18). Usted es importante para su iglesia local. La iglesia es más que una comunidad. Es un cuerpo interdependiente con miembros que fueron creados por Dios para funcionar en comunión unos con otros. Nosotros, los cristianos, al igual que el mundo en general, somos un grupo diverso, y eso significa que tenemos que esforzarnos en pro de la unidad. Pero nuestras diferencias son realmente algo para celebrar, porque cada persona contribuye de manera especial al propósito de Dios. Una iglesia que funcione realmente como una unidad —con todos sus dones, talentos, personalidades e intelectos enfocados hacia los objetivos del reino de Dios— debe ser una imagen hermosa a los ojos del Señor. El cristianismo no es una religión de espectadores. El cuerpo de Cristo funciona mejor y más hermosamente cuando todos los miembros deciden servir a Dios y servirse unos a los otros en la medida de sus capacidades (v. 25). ¿Qué está usted haciendo en pro de su iglesia? |
Jesús se Santificó a sí mismo para que nosotros pudiéramos ser Santificados en la verdad (Juan 17:19). La Santidad es lo que nos identifica como Hijos de Dios, y como co-herederos del reino con Cristo Jesús. La santidad es lo que nos distingue de todo aquel que está en el mundo, y ama las cosas del mundo. La santidad es lo único que puede desencadenar la unidad de la Iglesia en el Espíritu Santo.
lunes, 23 de enero de 2012
¿Realmente nos necesitamos unos a otros?
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