lunes, 9 de abril de 2012

La cruz: La victoria del creyente

Leer | 1 CORINTIOS 1.17-31

Desde una perspectiva terrenal, la muerte de Cristo fue su derrota. Después de todo, morir en una cruz no parece ser el camino a la victoria. ¡Pero lo fue! Y todo lo hizo por nosotros. Porque Jesús venció a la muerte, nosotros podemos tener la victoria. Basta con contemplar lo que Él ganó para nosotros con su sacrificio en la cruz.

Nuestra salvación eterna. La cruz fue el medio de nuestra salvación. Sin ella, no tendríamos ninguna esperanza del cielo. Si Cristo no hubiera muerto en nuestro lugar, tendríamos que venir delante de Dios y recibir el castigo justo por todos los pecados que hemos cometido.

Poder sobre el pecado. Jesús no solo pagó el castigo por nuestros pecados; también nos dio la victoria sobre él. Cuando fue crucificado, nuestra vieja naturaleza pecaminosa murió con Él (Ro 6.6). El poder de la "carne" fue destruido, y Jesús vive ahora su vida victoriosa a través de nosotros. Eso significa que ya no somos esclavos del pecado, y que podemos elegir la obediencia a Dios.

La derrota de Satanás. En la crucifixión, la lista de los decretos que había contra nosotros fue clavada en la cruz, y el diablo perdió su poder sobre nuestras vidas (Col 2.13-15). Ninguna de sus acusaciones se mantiene, porque Dios no tiene ya nada en contra de nosotros. Y ahora, cada vez que nos rendimos al Espíritu Santo que mora en nosotros, Satanás es derrotado otra vez.

Cristo suplió todas nuestras necesidades en la cruz. Al hacernos parte de su familia, nos dio un sentido de pertenencia. Cuando Él murió en nuestro lugar, confirmó nuestro valor. Y al venir a vivir su vida a través de cada creyente, nos da la capacidad de tener una vida de victoria y obediencia.

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