jueves, 21 de junio de 2012

Las recompensas de un servidor

Leer | HEBREOS 6.10

Por su gracia, Dios da la salvación gratuitamente a quienes ponen su fe en Jesús. No podemos ganarnos este regalo, y tampoco lo merecemos. Pero nuestro Padre celestial sí observa nuestras buenas obras, y promete recompensarnos según lo que hemos hecho para Él.

El servicio tiene lugar cuando dejamos que el Señor obre por medio de nosotros, para su honra y gloria; cuando los recursos divinos satisfacen las necesidades humanas mediante nosotros.

Apocalipsis 22.12 nos estimula: "He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra". Ya sea grande o pequeño, todo servicio hecho en el nombre de Jesús será bendecido. Pero debemos asegurarnos de que nuestras acciones sean para la gloria de Cristo. Si la motivación es nuestra propia gloria, la única recompensa que recibiremos será la alabanza (si acaso) de las personas que nos rodean. Y sabemos que la aprobación de los hombres no satisface ni es duradera.

Si bien algunas recompensas serán dadas en el cielo, otras pueden tenerse ahora. Por ejemplo, la alegría que sentimos al permitir que Dios bendiga a otros por medio de nosotros, y agradar a Cristo. Además, hay un profundo sentido de satisfacción cuando conducimos a una persona a Jesús y le enseñamos a andar por fe.

Servir a los demás es una gran bendición y una responsabilidad. Debemos considerar sinceramente cuál es nuestra motivación, para estar seguros de que nuestro propósito es glorificar a Cristo. Solo así recibiremos las recompensas que nos serán dadas no solo en la eternidad, sino también en la Tierra.

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