domingo, 15 de julio de 2012

Las señales de que nos hemos deslizado

Leer | HEBREOS 2.1-3

Reunirse regularmente en la casa del Señor con los hermanos en Cristo ofrece un “ancla” de ayuda para mantener la transparencia de nuestra conducta. Sin embargo, dejar de asistir a la iglesia para ocuparse de otros intereses es una señal de que hemos comenzado a alejarnos de Dios. Si bien, son menos evidentes las personas que no están mentalmente presentes en el tiempo de la predicación, el acto de asistir al servicio no significa nada si no se tiene el deseo de recibir la Palabra de Dios y aplicarla a la vida. Tal como advierte el autor de Hebreos, si no ponemos atención a lo que hemos oído, nos deslizaremos (2.1).

Pero el domingo no es el único día para recibir una buena dieta del aliento y los principios que contiene la Biblia. Debemos leerla cada día de manera personal. Cuando nuestro interés en lo que Dios dice disminuye, nos estamos deslizando a aguas peligrosas. La única manera de mantener limpio nuestro camino es guardando su Palabra (Sal 119.9).

Si se descuida la lectura de la Biblia, la vida de oración también desaparece. La oración es la manera que tenemos los creyentes de comunicarnos con el Capitán. Si dejamos de hablar con Él, sentiremos que el Dios que una vez nos pareció tan cercano, está ahora distante. Ese abismo en nuestro espíritu es una señal más de que estamos lejos de la seguridad.

He visto a capitanes guiar sus buques a través de canales estrechos. Los miembros de la tripulación se enfocan en sus tareas, pues quedar a la deriva sería un desastre. De la misma manera, la vida está llena de canales estrechos, así que no podemos permitirnos alejarnos de Dios y de su Palabra.

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