lunes, 16 de julio de 2012

LAS CONSECUENCIAS DE DESLIZARSE

Leer | HEBREOS 3.12, 13

Deslizarse espiritualmente —alejarse de manera gradual de Dios y de su voluntad— es dejar de ir en dirección a Dios. Al igual que el bote abandonado es arrastrado por el agua, el creyente se aleja de manera lenta e indiferente de la obediencia a Dios, el estudio regular de la Biblia, la oración y la reunión con los otros cristianos.

Una vida a la deriva está fuera de la voluntad de Dios y, por tanto, es pecado. El Espíritu Santo aguijonea la conciencia del creyente y le envía el mensaje de que se ha salido del camino, pero es proclive a ignorar la advertencia. Si el cristiano justifica siempre su extravío y no reconoce su pecado, su conciencia se volverá poco a poco más insensible. Quien se vuelve indiferente al pecado, ha preparado el camino para tener una conducta cada vez más pecaminosa y sentir menos culpa. ¿Puede usted imaginar una situación más peligrosa?

Cuando la conciencia del creyente que ha quedado a la deriva se vuelve insensible, sus oídos espirituales también son anestesiados; la verdad no logra entrar porque la persona ha dado cabida en su mente a actitudes y filosofías equivocadas. Además, su corazón se endurece a las cosas de Dios. Al huir de testimonios en cuanto al poder, la gracia y la misericordia de Dios, evita situaciones que pudieran despertar de nuevo su conciencia y mover su espíritu al arrepentimiento.

Las personas se alejan de Dios en busca de más libertad y más placer. Pero las consecuencias son un corazón endurecido, una conciencia entumecida y unos oídos sordos. El creyente apartado sacrifica la vida de victoria en Cristo, por una existencia carente de satisfacción permanente.

encontacto.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario