sábado, 22 de septiembre de 2012

Regalos de la salvación

Leer | JUAN 3.2, 3

La mala decisión de Adán y Eva ha afectado a toda la humanidad. Como resultado de su desobediencia, desde ese momento toda persona ha nacido en el pecado.

Por nuestro corazón pecaminoso (Jer 17.9), no estamos aptos para estar en la santa presencia de Dios. Sin embargo, Él desea relacionarse con nosotros. Por esta razón, Jesús, que no hizo nada malo, llevó nuestras iniquidades y sufrió la pena de muerte que nosotros merecíamos. Después se levantó de la tumba, demostrando así que todo lo que había prometido se cumplirá. De esta manera, Él ha dado a sus seguidores acceso al Padre celestial. La salvación es un regalo para toda persona que pone su fe en Jesús, y recibe el sacrificio de Cristo como la expiación por sus pecados.

Cuando recibimos este maravilloso regalo, se producen varios cambios en nosotros. Primero, somos hechos personas nuevas (2 Co 5.17). Aunque la condición carnal seguirá allí, la salvación da como resultado el perdón, un corazón purificado y nuestra adopción como hijos de Dios. Segundo, nos convertimos en parte del cuerpo de Cristo; es decir, pertenecemos a la preciosa familia de creyentes del pasado, el presente y el futuro. Tercero, pertenecemos al reino de los cielos. Esto significa que, a pesar de que seguimos viviendo en naciones gobernadas por líderes humanos, nos desempeñamos bajo la autoridad de Jesucristo.

El verdadero servicio se da solo cuando dejamos que el Todopoderoso se derrame a través nuestro, que no somos más que simples vasos en sus manos. Y aunque el impacto no sea evidente para nosotros, sabemos que Dios ha logrado su propósito: ser glorificado.

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