miércoles, 26 de septiembre de 2012

Traer a otros a Jesús


Leer | JUAN 1.35-42

Andrés es el discípulo conocido por traer personas a Jesús. Inmediatamente después de encontrarse con el Señor, presentó al Mesías a su hermano Simón. En otra ocasión, cuando una gran multitud tenía hambre, encontró a un muchacho que tenía cinco panes y dos peces, y lo trajo a Jesús (Jn 6.8, 9). Cuando unos griegos quisieron conocer a Cristo, Andrés y Felipe lo presentaron a ellos (12.20-22). Este discípulo nunca perdió su entusiasmo por el Salvador.

La experiencia de conversión de Andrés lo motivó a dejar que otros conocieron a Aquel que había cambiado su vida (1.36, 37). ¿Qué me dice de usted? Si su vida espiritual se ha vuelto oxidada y lánguida, es el momento de recordar lo que Cristo ha hecho por usted, y para pedirle que renueve su entusiasmo.

Asimismo, Andrés deseaba conocer al Salvador y pasar tiempo con Él (vv. 38, 39). El ejemplo del discípulo es un buen recordatorio de que la dulce comunión con el Señor no se supone que termina con el tiempo devocional. También debe estimular el deseo de compartir con otros el gozo que encontramos en nuestra relación con Cristo.

Por último, Andrés era motivado por su convicción de que Jesús era el Mesías (v. 41). Había encontrado la respuesta para un mundo perdido, y quería que los demás lo supieran.

Jesús le dijo a Andrés que sería “pescador de hombres” en vez de peces (Lc 5.10). Como nosotros somos, también, seguidores de Cristo, tenemos la misma tarea. Nuestras oportunidades son diferentes, pero todos tenemos la responsabilidad de desarrollar el hábito permanente de traer a otros a Jesús.

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