sábado, 15 de septiembre de 2012

Una vida digna de ser recompensada

Leer | MATEO 7.24-27

El presidente del seminario donde estudié dijo una vez que lo valioso se construye sobre un fundamento firme. Es posible que un gallinero no requiera una base muy buena, pero un rascacielos requiere toneladas de acero enterradas en la tierra. Jesucristo es el fundamento más fuerte y más firme sobre la cual puede construirse una vida.

Piense en su vida como un rascacielos. Para ser un constructor sabio es necesario...

Aplicar la Palabra de Dios. Construimos una estructura duradera por medio del estudio y la aplicación de la Palabra. Los principios y los mandamientos del Señor son la guía para una vida victoriosa.

Dar sacrificialmente, perdonar gustosamente y amar abundantemente (Hch 2.45; Ef 4.32; 1 P 1.22). En esta edificación no hay lugar para el orgullo ni el egoísmo. Estas cosas solo sirven para construir una choza tambaleante susceptible al fuego (1 Co 3.13).

Usar nuestros dones para glorificar al Señor. El Espíritu Santo nos ha preparado para servir al Señor. No podemos permitirnos el ser perezosos o tener miedo, porque tenemos solamente unos pocos años para trabajar para Él en este mundo.

Compartir el evangelio. Hablar a otros de Jesucristo es el mayor servicio que podemos ofrecer a Dios y a nuestro prójimo. El Señor mismo nos ha llamado a esta tarea (Mt 28.19).

Los constructores de rascacielos espirituales, en lugar de crear monumentos para el mundo, reflejan la gloria de Dios. La verdad es que, aunque muchos actos de obediencia solo los ve el Señor, Él recuerda toda palabra llena de misericordia y toda obra, y su propósito es recompensar cada una de ellas.

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