domingo, 28 de octubre de 2012

Cómo desarrollar amistades verdaderas

Leer | 1 SAMUEL 18.1-3

Todas las personas anhelan tener relaciones verdaderas. Dios nos creó con esta necesidad; no fuimos destinados para vivir aislados.

Nuestro mundo está tan dirigido por la tecnología, que muchas personas tratan de aliviar su soledad interactuando en las redes sociales de internet”. Esto no puede compararse jamás con el compañerismo humano que el Creador tuvo en mente. Las buenas amistades no se dan por casualidad; exigen un esfuerzo deliberado.

Ayer vimos el modelo bíblico de compañerismo agradable a Dios al considerar a David y Jonatán. Veamos ahora dos aspectos más de su relación. Estos dos hombres se tenían un amor emocional mutuo; sus corazones estaban muy unidos (1 S 18.1). Cuando uno de ellos estaba gozoso o triste, el otro sentía lo mismo.

También tenían una fidelidad mutua, un tipo de compromiso que implica dar: para mostrarle su lealtad, Jonatán dio a su amigo cosas materiales –su manto y su arma. Pero estos dos hombres también se dieron abnegadamente; Jonatán arriesgó su vida y su futuro reinado para salvar a David de ser ejecutado. Notemos, también, que Jonatán, quien era un príncipe, tomaba la iniciativa con frecuencia. David era un humilde pastor. La condición social no debe ser un estorbo para cultivar una amistad verdadera.

Fuimos creados para tener compañerismo verdadero basado en el respeto mutuo, el amor genuino y la fidelidad. Esto requiere tiempo y lealtad desinteresada, y también transparencia, aun en cuanto a nuestras fallas. Tomar ese riesgo exige creer en la otra persona, pero una relación así bien lo vale.

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