jueves, 25 de octubre de 2012

La recompensa del creyente

Leer | 1 CORINTIOS 3.6-9

Nuestro propósito dado por Dios es glorificar a nuestro Padre celestial. Efesios 2.10 arroja luz en cuanto al medio de lograrlo: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras”.

Como creyentes, somos responsables de hacer la obra del Señor. Un día, estaremos delante del tribunal de Cristo, y rendiremos cuentas de nuestro servicio.

“Tribunal” puede ser una palabra intimidante. Pero recuerde que Jesús nos redimió por su muerte y resurrección, y pagó la pena por nuestros pecados. Él recibió nuestro castigo, y ya no enfrentamos la condenación (Ro 8.1). El tribunal de Cristo será para recibir la recompensa que Él dará a cada creyente.

En esa evaluación, Dios someterá a prueba nuestras acciones. La Biblia compara esto con probar la calidad de una sustancia por medio del fuego. Después que el fuego consuma los motivos impuros y las tareas sin valor, el Señor dará la recompensa por lo que haya quedado.

Desde afuera, puede parecer que tenemos una vida de obediencia, esforzándonos por honrar al Señor Jesús. Muchas tareas parecen abnegadas y estimables, pero debajo de su noble apariencia no tienen la motivación correcta. Puesto que nuestro deseo debe ser agradar a Cristo, podemos pedirle que purifique y cambie nuestro corazón.

Piense en sus acciones del día de ayer. ¿Cuánto tiempo y energía invirtió sirviendo a Cristo para gloria de Él? Esto puede incluir cualquier tarea, no solo los esfuerzos relacionados con la iglesia. Pídale a Dios que le revele si actúa con motivo egoísta, que necesita ser puesto bajo la autoridad de Él.

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