martes, 21 de enero de 2014

Los falsos maestros que nos rodean

Leer | Judas 1.17-19

Todos sabemos lo peligroso que puede ser la enseñanza falsa para nuestra vida espiritual. Hoy veremos las maneras de identificar a los falsos maestros.

Primero, los falsos maestros ridiculizan la fe. Es decir, atacan o tratan de desacreditar la Palabra de Dios o la iglesia. Cuando su mensaje es presentado con pasión y de manera elocuente, incluso los verdaderos creyentes pueden ser confundidos para que duden de la verdad de la Biblia.

Segundo, los falsos maestros se dejan llevar por sus propios deseos. Para estas personas, la interpretación de la Palabra de Dios se convierte en una cuestión de creencias selectivas. Crean su propia teología para justificar sus hábitos y sus deseos pecaminosos.

Tercero, los falsos maestros causan divisiones. Tratan de verse como superiores a quienes los escuchan, diciendo haber tenido una experiencia que los ha elevado a un “nivel más alto”, o manifestando que tienen una espiritualidad más desarrollada que los demás jamás podrán tener la esperanza de alcanzar.

Cuarto, los falsos maestros tienen una mentalidad mundana. No están interesados en la enseñanza verdadera de la Palabra de Dios, sino que están concentrados en lo que pueden lograr, en cuántas personas les seguirán, o en cuánto pueden ganar por medio de sus enseñanzas.

Los maestros guiados verdaderamente por el Espíritu Santo evitan estas trampas, y reconocen que la humildad y la unidad con el oyente (Fil 2.1-4) son fundamentales. El sabio le pide discernimiento al Espíritu Santo para distinguir la verdad del error (1.9, 10).

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