martes, 21 de enero de 2014

Ídolos en la vida del creyente

Leer | Éxodo 20.1-6

¿Ha notado usted que ahora la palabra “ídolo” ha sido disociada totalmente de la palabra “idolatría”? En la iglesia, nos disgustamos ante la mención de la idolatría, ya que nos trae a la mente imágenes de becerros de oro y de otras cosas que adoraban los paganos. Sabemos que estas cosas son malas, porque nuestra adoración debe estar dirigida solamente a Dios. ¿Pero sentimos lo mismo en cuanto a los “ídolos”?

La cultura de hoy se deleita con sus ídolos. Tenemos estrellas de la música, reinas de belleza, íconos de la cultura pop y héroes de los deportes, y todos luchan por captar nuestro interés. A cambio de su ardua labor, les damos justamente lo que quieren: nuestra atención.

Nos sentamos durante horas frente al televisor, seguimos las noticias de las celebridades y leemos, vemos o escuchamos cualquier cosa que tenga que ver con lo que nos gusta.

Es necesario que se nos recuerde que un ídolo es cualquier cosa que tenga más valor para nosotros que el Señor. Esto pudieran ser las estrellas de cine, nuestras pertenencias, o incluso nuestros seres queridos.

La naturaleza de la idolatría es su táctica de distracción. Cuando algo aleja nuestra mirada de Dios, nuestra vida comienza a volverse un caos. Traiga sus distracciones al Señor, pídale perdón por las veces que permitió que otras personas o cosas fueran más importantes para usted que Él en su vida. Y pídale que le dé sabiduría para disfrutar sus bendiciones, sin ser cegado por las tentaciones que le alejan de su comunión con Él.

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