miércoles, 28 de diciembre de 2011

Nuestra identidad verdadera

Leer | EFESIOS 1.3-8 


Cuando escucho decir a un creyente: "No soy más que un pecador", me dan ganas de decirle: "Eso es lo que usted era antes". Muchas personas se aferran a una visión de sí mismas como una versión remendada y ligeramente mejorada de su viejo yo de antes. La Biblia refuta esa opinión: "Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Co 5.17). De hecho, según la Biblia, somos muy diferentes una vez que estamos completos en Cristo.
La pregunta es si la persona confiará en lo que siente, o si creerá lo que Dios dice de ella. Su Palabra nos llama santos (Ro 1.7), discípulos (Mt 28.19) y coherederos con Cristo (Ro 8.17). Si su opinión es que usted "no es más que un pecador", entonces no puede experimentar plenamente y disfrutar de su identidad en Cristo.
Creer lo que Dios dice acerca de nuestro nuevo yo es una opción. Satanás conspira para convencer a los creyentes de que la Palabra de Dios no se aplica a ellos. Sabe que las personas cautivas de la pobreza espiritual se alejan de las oportunidades para compartir el evangelio y servir el reino de Dios. Es mucho más fácil llevar a la bancarrota espiritual a alguien que ya piensa de sí mismo como "no más que un pecador", que derrotar a un discípulo que sabe que Dios es su Padre que le ama.
Nuestra verdadera identidad es definida, no por nuestras acciones pasadas, sino por Cristo quien nos compró con su sangre, y nos ha dado una relación con Dios Padre. Tenemos todos los motivos para mantener nuestras cabezas en alto, estar firmes y proclamar el evangelio con valentía.

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