El sacrificio que te agrada
es un espíritu quebrantado;
tú, oh Dios, no desprecias
al corazón quebrantado y arrepentido.
Salmo 51:17
Cuando vayamos al Padre en oración no debemos enfocarnos en conseguir las palabras correctas, sino en tener un corazón recto y venir a Dios.
Les animo a orar con más frecuencias. Debemos seguir el ejemplo de Jesús, comunicarse con el Padre Celestial era su prioridad absoluta, aún cuando tantas necesidades urgentes reclamaban su atención.
La pregunta es ¿oramos a Dios basándonos en nuestras necesidades, buenas obras, o en nuestra relación con el Señor Jesucristo?
Padre y Dios mío enséñanos cómo hacerlo, a pesar de nosotros mismos.
Jesús se Santificó a sí mismo para que nosotros pudiéramos ser Santificados en la verdad (Juan 17:19). La Santidad es lo que nos identifica como Hijos de Dios, y como co-herederos del reino con Cristo Jesús. La santidad es lo que nos distingue de todo aquel que está en el mundo, y ama las cosas del mundo. La santidad es lo único que puede desencadenar la unidad de la Iglesia en el Espíritu Santo.
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