domingo, 29 de diciembre de 2013

Una señal en el cielo

Indagar en los detalles puede aumentar la admiración que tenemos del nacimiento de Cristo.

Durante diciembre, las iglesias cristianas celebran la tradición del drama de Navidad. Esta representación de la llegada de nuestro Salvador probablemente incluya a María (portando un bebé), a José, a pastores, a ángeles, y a animales, junto con los reyes magos sosteniendo regalos. Éstos, conocidos típicamente como Melchor, Gaspar y Baltasar, representan a algunos de los primeros seguidores de Cristo mencionados en la Biblia.

Pero, debido a nuestro apego a la tradición y a la costumbre, estas sencillas representaciones no cuentan la mayor parte de la historia. A pesar de varios supuestos muy generalizados —y muy apreciados— en cuanto a la historia de la Navidad, el texto incluye mucha más información.

LEA Mateo 2.1-12

¿Por qué el interés de los magos?

Identificados en otras versiones como “sabios procedentes del Oriente” (NVI), estos magos eran los consejeros oficiales del rey de Babilonia. De manera que es lógico preguntarse la razón por la cual científicos y consejeros gentiles estarían interesados o incluso enterados de la llegada de un rey judío (v. 2). La conexión se encuentra en dos historias del Antiguo Testamento.

Cuando los judíos fueron desterrados a Babilonia, Daniel y tres de sus amigos fueron incorporados al servicio personal del rey por su sabiduría y sus conocimientos excepcionales (Dn 1.19, 20). En el siguiente capítulo, Nabucodonosor insistió que el equipo de sabios del reino interpretara su inquietante sueño, pero ellos se negaron a decirle en qué consistió. Cuando dijeron que la petición era humanamente imposible, el rey decretó una sentencia de muerte sobre ellos por no cumplir con la orden (2.11, 12). Pero Dios le reveló a Daniel tanto el sueño como su interpretación, y así salvó las vidas de los magos —convincente autenticidad de la fe de Daniel. Por tanto, cuando le fue revelada posteriormente una profecía en cuanto al tiempo de la llegada del Mesías (9.25), es probable que sus colegas no solamente tomaran nota de esto, sino que también transmitieran el mensaje de esperanza a las siguientes generaciones de sabios del reino.

¿Qué es eso de una estrella?

El Antiguo Testamento cuenta otra historia acerca de un vidente babilonio aun más antiguo, un hombre llamado Balaam. Aunque el rey de Moab le dio instrucciones a Balaam de que maldijera a los israelitas, Dios hizo que el hombre pronunciara bendiciones. Entre éstas estaban la profecía de Números 24.17 tanto de un rey como de una estrella que saldría de Israel. Puesto que Daniel era un estudiante de la Sagrada Escritura (Dn 9), es fácil suponer que le contó a sus colegas esta historia de interés profético y local.

Es comprensible, entonces, que los magos del Oriente estuvieran a la expectativa de tal fenómeno celestial y viajaran cientos de millas para adorar al rey judío cuando vieron “su estrella” (Mt 2.2).

Otros detalles a considerar

Aunque hablamos comúnmente de tres reyes, la Palabra de Dios no dice en ninguna parte cuántos eran los sabios; solamente indica que eran más de uno. Sin embargo, la Biblia sí menciona tres regalos, cuyos significados simbólicos son señalados por muchos eruditos: el oro representa la realeza de Cristo; el incienso, su sacerdocio; y la mirra —un aceite aromático para embalsamar— su muerte vicaria.

Notemos también que la estrella de Mateo 2 no solo se levantó sino que también podía moverse horizontalmente y detenerse (v. 9). Esto, por supuesto, no es propio de una estrella, lo que ha llevado a algunos a creer que se trataba de la gloria de la shekinah, o brillo divino. Y dado que los magos cubrieron una distancia tan grande después de aparecer por primera vez, no debiera sorprendernos que ellos llegaran mucho después de que María, José y el niño hubieran dejado el pesebre, y los encontraran en una casa, cuando Jesús tenía quizás dos años de edad (vv. 11, 16).

La familiaridad puede crear impresiones y suposiciones que, aunque hermosas, opacan lo maravilloso que es, en realidad, la historia más extraordinaria jamás contada. Este año, pídale a Dios que le dé una nueva mirada de la Navidad, mientras lee su historia con ojos espirituales bien abiertos.

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