miércoles, 1 de enero de 2014

Orgullo, gula, apatía, indiferencia hacia los pobres

Ezequiel 16:49
Tu hermana Sodoma y sus aldeas pecaron de soberbia, gula, apatía, e indiferencia hacia el pobre y el indigente.  

Los pecados de Jerusalén se parecían a los de su hermana Sodoma. No se menciona lo de ir en pos de una carne diferente, que era la abominación más clara y evidente de las ciudades infames o indignas que causaban repugnancia y horror, sino aquellos otros pecados que abren la puerta a esos otros más sucios. El orgullo fue lo que convirtió en demonios a los ángeles caídos. La glotonería o gula. La apatía, odio al trabajo y el amor a la comodidad, lo cual abre la puerta a todos los vicios. Las aguas estancadas acumulan la suciedad, y el pájaro que se sienta despreocupado es pronto presa del cazador. Con el orgullo, la abundancia y la ociosidad, iba de la mano la falta de interés o indiferencia hacia el pobre y el indigente.  

No dejemos que la abundacia nos impida ver las necesidades de otras personas sobretodo de nuestros hermanos en la fe. Que el orgullo no levante muros que limiten nuestras relaciones con los demás, no seamos fariseos haciendo las cosas por religión, que el amor derribe esos muros para gloria del Creador. Trabajemos por un mundo mejor amando al prójimo como a nosotros mismos, así nos manda el Padre Celestial. No nos limitemos a hacer lo justo y necesario para nosotros mismos. Dejemos que las bendiciones que el Señor nos da fluyan hacia otras personas.

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