Poder con un propósito
"El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor." – Lucas 4:18-19
El Espíritu Santo dio poder a Cristo de una manera tan asombrosa, para ayudar a la gente pecadora y necesitada a encontrar su camino de vuelta a Dios. Y fue por eso que el Cristo ascendido envió al Espíritu Santo a los discípulos que esperaban en el Aposento Alto.
El Espíritu no fue dado para encierros espirituales o reuniones emocionantes, sino para cumplir propósitos eternos y divinos.
No se nos prometió simplemente para momentos de éxtasis, por muy maravillosos que sean. Fue enviado con la prioridad de capacitar al pueblo de Dios para alcanzar al mundo con el evangelio de Cristo.
"Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra." – Hechos 1:8
Si perdemos de vista el amor de Dios por el mundo, incluyendo nuestras ciudades y vecindarios, experimentaremos poco del poder del Espíritu, ya que nuestra prioridad no será la misma que la del Señor.
Cada vez que compartimos el evangelio, ayudamos al ciego espiritual a ver y al oprimido a ser libre, podemos orar y esperar que el Espíritu Santo actúe con poder, tal como Jesús lo prometió.
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