lunes, 8 de octubre de 2012

Los deseos de nuestros corazones

Leer | SALMO 145.17-21

Si usted pudiera tener cualquier cosa en el mundo, ¿qué sería? Su respuesta revela mucho acerca de quién es usted. El salmista escribe: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Sal 37.4). No hay nada malo en tener deseos; ellos nos motivan a lograr grandes cosas. Pero no todos nuestros anhelos proceden de Dios.

Piense en sus aspiraciones, y lo que ellas dicen acerca de quién es usted:

¿Desea tener una posición de autoridad para llevar las riendas? Anhelar el avance personal para manipular a los demás revela una falta de integridad, mientras que una persona devota ansía la justicia.

¿Sueña con la fama y la riqueza? Quizás hay un vacío en su espíritu que está tratando de llenar. Pero solo Dios puede satisfacer las insaciables necesidades del corazón humano.

¿Teme usted pedirle al Señor lo que quiere? Tal vez piensa que Él no le escuchará, pero Dios nos dice que nos acerquemos a su trono con osadía y confianza (He 4.16).

Si el Señor no da una respuesta afirmativa a sus oraciones, pídale que los deseos que usted tiene sean conformes a la voluntad de Él. No haga nada por su propia cuenta tratando de lograr lo que quiere. Hay siempre un alto precio a pagar por rebelarse contra Dios.

Dios cuida de nosotros generosamente, pero eso no significa que podemos esperar que nos dé todo lo que queramos. Solo cuando nuestros sueños se alinean con su plan, Él los realiza. Los pensamientos que nos preocupan son un barómetro exacto del estado de nuestra relación con Cristo.

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