martes, 9 de octubre de 2012

Un corazón devoto


Leer | SALMO 37.1-8

El Señor promete que nos dará los deseos de nuestro corazón, pero muchas personas toman este pasaje fuera de contexto, olvidando que sus pensamientos tienen una parte vital en hacer que se cumplan. Como dijo una vez mi madre: “Donde va tu mente, van tus pies; por tanto, ten cuidado con lo que piensas”.

¿Cuál es su responsabilidad cuando se trata de acogerse a las promesas de Dios?

1. Deléitese en el Señor (v. 4). Los cristianos deben regocijarse en Dios y andar en obediencia. El Señor debe tener el primer lugar en su vida antes de poder acogerse a la promesa de este versículo.

2. Encomiende su camino al Señor (v. 5). Permita que Dios cambie cualquier aspecto de sus aspiraciones que no sea la voluntad de Él. Recuerde que cuando Él no responde una oración como usted quiere, es por alguna razón.

3. Confíe en Él (v. 5). Dios es misericordioso, omnisciente, bueno y generoso. Puede confiarle sus esperanzas y sus sueños.

4. Descanse en Él. Confíe en que responderá nuestras oraciones en su tiempo, o que transformará sus aspiraciones para conformarlas a la voluntad de Él.

5. Espere en el Señor con paciencia (v. 7). Jesús esperó treinta años antes de comenzar su ministerio de tres años en la Tierra. De acuerdo con su ejemplo, esperar es uno de los principios clave de la vida cristiana.

¿Están alineados sus deseos con el propósito y el plan de Dios para su vida? Él anhela dar a sus seguidores bendiciones abundantes y plenitud de gozo. Por tanto, deje que sus sueños se conformen a su voluntad. Solo cuando usted se rinda experimentará lo mejor que tiene el Señor para su vida.

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